domingo, 3 de febrero de 2013

Raíces


¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué somos como somos? ¿Qué hace que las personas podamos ser completamente distintas de las demás especies? Estas preguntas que todos nos hemos hecho en muchas ocasiones, no suelen ir acompañadas de respuestas que aporten una comprensión completa, y sin embargo son grandes dudas que tienden a asaltarnos en momentos críticos de nuestra vida.

A diferencia de las demás especies, podemos ir y establecernos en cualquier parte del planeta. Es nuestra elección, pero el tipo de 'raíces' que nos une a un lugar, ya sea por nacimiento, residencia, comodidad o cualquier otro motivo, no es el tema que se pretende tratar en esta entrada. Por Raíces quiero referirme a ese vínculo que nos une por una parte a la Tierra como entidad, no como planeta.

En las culturas más antiguas siempre se ha considerado a los seres vivos que pueblan la tierra como nexos «Entre el Cielo y la Tierra» de hecho, en las medicinas más tradicionales y naturales, siempre se representa a las personas como árboles, es decir, de pie con las piernas ligeramente separadas y bien firmes sobre la tierra, mientras que los brazos están alzados por encima de la cabeza, como si fueran ramas y las manos, hojas que buscan la luz del Sol. Necesitamos tanto la energía de la tierra como la del cielo. El más extendido cada vez Yin y Yang, que ya se ha convertido también en occidente como la forma más común de representar las dos energías universales.

Pero estas dos energías, si bien son complementarias y necesarias para formar la unidad o Tao, usando de nuevo los términos orientales, también son muy diferentes. El Yin, o energía de la Tierra, es el que nos une a la existencia como entidades en este planeta. Es la energía que nos da la fuerza vital, la forma física y la identidad como personas. Es la energía que afianza nuestras raíces. Mientras que la energía celeste o Yang, es más la fuerza espiritual, además de otras connotaciones muy diversas.

Somos físicamente similares a la Tierra en prácticamente todos los aspectos. Eso es lo que nos permite echar raíces, y no necesariamente a un lugar determinado. Debemos mantener nuestras raíces fuertes y profundas, en sintonía constante con lo más profundo de nuestro planeta allá donde nos encontremos en cada momento de nuestro paso por esta vida. Porque nuestra identidad como parte de la Tierra no se debe perder jamás. Y somos Tierra. Hemos elegido ser Tierra.

El otro componente, el espiritual, sutil, etéreo, el Yang, la energía que viene de las estrellas, nuestro siguiente destino, puede ser muy fuerte y muy atractivo, y dominará muchos momentos de nuestra vida, nos fortalecerá o desestabilizará, nos hará dudar y nos dará alas. Pero nunca nos hará perder la identidad como personas si nuestras 'raíces' son fuertes y profundas. Podemos ser más o menos espirituales, querremos volar más alto, pero siempre debemos ser conscientes de que nuestros pies estén bien firmes sobre la tierra. Entonces podremos volar más alto, crecer más y ser más conscientes de nuestra evolución.

Pero nuestra evolución, al menos esta, está ligada a la Tierra. Es nuestra elección.