domingo, 27 de enero de 2013

Relaciones


¿Cuantas veces hemos oído eso de «Es que yo, hay muchas veces que necesito estar solo»? ¿Qué hay de cierto en esta actitud?

Puede ser verdad, puede ser la necesidad de llamar la atención, puede ser esnobismo, puede ser una forma de defensa... pueden ser tantas cosas...

Y es que todo está bien, cualquier actitud por parte de alguien debe ser respetada, y eso no significa que además, tenga que ser entendida. Cada uno de nosotros sabe, o debe saber muy bien que es lo que siente y necesita en cada momento.

Ahora bien, por naturaleza somos gregarios. Y es que, es uno de los mandatos divinos, reproducirse. Es decir; desarrollarse a todos los niveles, físico, intelectual y emocional, relacionarse, reproducirse y trascender. O así es como nos han vendido el ideal del paso de la vida de cada uno por este planeta. Esto, hoy en día sobre todo, podrá cumplirse o no, para eso está la libertad de elección de cada ser humano. Pero por naturaleza nos gusta crear círculos, uno o varios, independientes o interdependientes. Empezando por la familia, los amigos y compañeros, la pareja, y si llega el caso la descendencia.

Pero siempre, por lo menos hay un círculo, el tuyo, único e independiente. Como ser, como ente, cada persona debe tener su círculo privado. Es conveniente que no sea cerrado, pero que sea íntimo. Me gusta decir, «Sé disfrutar de mis momentos de soledad» y es cierto. No se trata de que los necesite, no es algo regular, simplemente cuando ocurre. Me gusta saber que me conozco, que soy consciente en que estado me encuentro en cada momento, me gusta ser independiente en lo que a mi carácter y personalidad se refiere, me gusta ser consciente en cada momento sobre qué es lo que siento sin necesidad de acudir a los demás, y sobre todo, me gusta ser consciente de mi evolución personal, tanto de forma independiente a las personas que comparten mis círculos, como mi evolución en conjunto con los demás, con mi pareja, con mi familia, con mis amigos, con mis colegas, y con los de más allá...

Es mi creencia pensar que la integridad de cada uno, su círculo privado, es el que sienta de alguna manera las bases de su relación con los demás. Es el momento evolutivo de cada uno el que abre o cierra puertas en su círculo íntimo para comunicarse y unirse a otros círculos. Y es bonito saber con toda la seguridad cuando una puerta abre un vínculo con otro círculo. Y de la misma manera, es muy importante saber cuando hay que salir de otro círculo. Saber que es lo más conveniente en nuestro camino evolutivo.

Como siempre la Templanza se impone como la mejor virtud. No creo que sea mejor un círculo pequeño muy selecto que uno grande demasiado diverso. Como dije al principio, somos gregarios por naturaleza, pero también debemos avanzar, y en ese avance unos se quedan y otros no, otros aparecerán y se quedarán, otros se asomarán, echarán un vistazo y saldrán corriendo. Pero los proyectos comunes son los que comparten grandes e importantes porciones de los círculos. Esos son los que en la recta final de nuestro camino, crean una evolución continua y común. Nunca he sentido que sea cuestión de cantidad, si no, de oportunidad. En cada momento lo más adecuado, lo más sensato y lo más sincero.

Una vez, una persona me dijo una frase que todos, seguramente hemos pensado alguna vez; «Puedes estar rodeado de mucha gente pero sentirte solo.» Y es cierto, y quizás ese sea un buen momento para pasar lista a tus círculos y actualizarlos. Cuando se necesita interiorizar es mejor estar solo, y no tiene porqué ser mucho rato, a veces, he comprobado que con unos pocos minutos es suficiente. Pero realmente nuestra forma de entender la vida es compartiéndola. Tan importante es mi círculo como los círculos de los demás, pero las puertas siempre deben estar ahí, y además, deben estar bien señalizadas.

Al fin y al cabo, las relaciones, ante todo, deben estar dentro de la armonía, si no, no tienen sentido. Y me repito, Sentido común, Integridad y Templanza.


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